• Desarrollar conciencia sobre cómo la frustración, el estrés y la ansiedad aparecen en tu cuerpo.
• Nombrar la experiencia con un número simple.
• Apoyar la regulación emocional, para que puedas intervenir antes de perder el control.
Así puedes ubicarte en la escala:
• Cuerpo: relajado, respiración estable
• Mente: clara, enfocada
• Emociones: calma, serenidad
• Cuerpo: ligera tensión en hombros/mandíbula, respiración más rápida
• Mente: comienzas a distraerte
• Emociones: leve irritación, inquietud
• Cuerpo: ritmo cardíaco acelerado, inquietud
• Mente: pensamientos repetitivos, dificultad para concentrarse
• Emociones: molestia, impaciencia con otros
• Cuerpo: músculos tensos, respiración superficial
• Mente: pensamientos acelerados, defensividad
• Emociones: enojo creciente, ganas de discutir
• Cuerpo: calor, puños/jaw apretados, voz fuerte o caminar de un lado a otro
• Mente: pensamiento rígido, incapacidad para resolver problemas
• Emociones: mucho enojo, reactividad, casi fuera de control
• Cuerpo: gritos, llanto, golpes en objetos, pérdida de control
• Mente: sin acceso al pensamiento racional
• Emociones: rabia, sobrecarga, crisis emocional
1. Haz un chequeo diario — Haz una pausa varias veces al día y pregúntate: “¿Dónde estoy ahora en la escala?”
2. Detecta las primeras señales de ansiedad y frustración — Los niveles 3–5 suelen mostrar cambios sutiles.
3. Intervén entre 5–7 — Este es tu momento para practicar técnicas de manejo de la ira como la respiración profunda, ejercicios de grounding o tomar un descanso antes de reaccionar.
4. Reflexiona después — Si llegas a un 8, 9 o 10, observa qué señales podrías reconocer la próxima vez.
• Reducir la ansiedad calmando el sistema nervioso antes de que se intensifique.
• Manejar la ira sin dañar tus relaciones.
• Mejorar la regulación emocional, sintiéndote más en control de tus respuestas.